Siempre que hablamos de aprender idiomas nos referimos al gusto por viajar y comunicarse en una salida al extranjero o a la necesidad de disponer de una certificación para solicitar un trabajo o participar en una oposición. Sin embargo, la realidad es que aprender una segunda lengua no solo supone adquirir conocimientos nuevos, es decir, no solo implica a nuestro yo intelectual.
El aprendizaje de otra/s lengua/s nos ayuda a conformar nuestra personalidad, contribuye a nuestro crecimiento como personas y va a conformar quiénes somos. Aprender una lengua extranjera es un proceso transformador; con el paso del tiempo, el alumno no va a ser la misma persona, sino que podrá percibir el mundo a través de otra lengua. Este proceso es un instrumento de desarrollo y enriquecimiento interior; es otra forma de ver el mundo que enriquece.
Paralelamente al aprendizaje formal de la lengua, la persona va creciendo en su identidad (emociones, sentimientos, valores,...); no es que tenga dos caras, sino que supone expandir nuestra persona, nuestra identidad, en otros ámbitos distintos a los que tendría si conociera solo una lengua. Este fenómeno se constata en los alumnos que dicen "yo soy mejor persona cuando hablo inglés". ¿Porqué? porque el alumno es capaz de mantener la distancia con la lengua extranjera y esto es muy valioso ya que nos da la oportunidad de hacer cosas que nos cuesta mucho hacer en nuestra lengua nativa, por ejemplo, pedir disculpas.
Aprender un idioma es un proceso de dentro a afuera; no es el profesor el que transmite sin más, sino que lo que los alumnos ya poseían les hace reposicionarse ante la realidad que los rodea. El crecimiento es constante a través de las tareas y actividades que se realizan en el idioma de estudio y la comunidad de aprendizaje juega igualmente un papel muy importante en este proceso ("la clase donde uno cae o le toca"). Pensemos en una comunidad motivada, participativa y generosa con sus compañeros frente a otra que sea individualista y pasiva.
Un valor importantísimo en el aprendizaje de lenguas extranjeras es la autoconfianza. Si el alumno la tiene, refuerza su identidad y aprende más rápido el idioma. Si no la tiene, se debilita y esto le genera ansiedad. Otro factor es el ego. Hay egos impermeables, sienten que tienen tal fuerza que evitan el cambio y egos permeables abiertos al cambio y a la evolución, que son capaces de adaptarse a distintos contextos. Un parámetro observable para saber si el ego de alguien es permeable es que ante una lengua desconocida es capaz de imitar sus sonidos perfectamente. Lo contrario ocurre cuando una persona solo entiende la lengua extranjera a través de los patrones de la lengua propia. Por ejemplo el alumno que insiste una y otra vez en porqué se dice I like si en español es que a mí me gusta.
Por último, debemos desechar la idea de querer llegar a ser como un hablante nativo ya que es una idea "maligna" que lo único que hace es acarrearnos mucha frustración junto con pensar que hay gente buena y gente mala para aprender idiomas, lo que es una creencia tóxica.
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