Dominar más de una lengua se ha convertido en un requisito básico para acceder a infinidad de trabajos. Las mejores ofertas exigen hablar la lingua franca universal del siglo XXI: el inglés. Sus tasas de aprendizaje son muy superiores a cualquier otra lengua del mundo. En Europa, hablar inglés es una necesidad en términos culturales, económicos y sociales.
Ahora bien, hay vida más allá de la lengua de Shakespeare. Pese a la preeminencia del inglés en los ámbitos políticos, académicos y económicos, hay otro puñado de idiomas cuyo aprendizaje tiene sentido desde un punto de vista práctico o cultural. Las preferencias varían en función de los condicionantes de cada uno de los países.
La Comisión Europea preguntó a una muestra aleatoria de jóvenes europeos cuáles eran sus preferencias educativas en materia lingüística. De forma general, el inglés era la lengua prioritaria. La mayoría de ellos (el 54%) quería mejorarla, cuando no aprenderla. Eliminando su presencia, el francés aparece como la segunda lengua en relativo interés: un 15% de los encuestados deseaba mejorar sus habilidades en la lengua de Molière. Le siguieron el alemán (un 12%) y el español (11%), con mucha diferencia sobre todos los demás (tan sólo un 3% escogió el italiano, y un 2% el ruso).
El mapa, conviene tenerlo en cuenta, tan sólo muestra los idiomas que los encuestados deseaban mejorar, no aprender de cero. Es decir, lenguas a las que ya habían sido introducidos en mayor o menor grado y cuyo conocimiento juzgaban insuficiente. Así, el francés, tercera lengua vehicular en numerosos países, primaba sobre los demás. El 22% de los españoles, el 27% de los portugueses, el 20% de los italianos y el 20% de los alemanes lo escogían como opción a futuro.
No es de extrañar que el mapa siga estrictos patrones geográficos. En los países nórdicos y eslavos, mucho más próximos tanto a nivel cultural los primeros como a nivel económico los segundos, la preferencia era el alemán. El 27% de los holandeses, el 36% de los daneses, el 27% de los checos y el 30% de los polacos preferían la lengua de Goethe. Hay una clara brecha oriente/occidente, determinada por las respectivas áreas de influencia histórica de las dos principales potencias europeas.
También hay excepciones. Malta se quedaba con el italiano (39%, la lengua local es la única semítica de la Unión Europea); Rumanía con el francés (23%, es el único país de Europa del Este cuya lengua materna es latina); y los países bálticos con el ruso (Estonia o Letonia cuentan con un cuarto y hasta un tercio de su población étnicamente rusos). Caso particular es el finlandés. El 49% de los jóvenes deseaba aprender "otro" idioma. Se trata de sueco, próximo en lo económico.
El Eurobarómetro también incluyó una pregunta relativa a las preferencias de aprendizaje de cero. O lo que es lo mismo: ¿qué idiomas desearían aprender los jóvenes del continente sin importar su grado de cercanía o dominio ya existente? El resultado es poco sorprendente. El español gana de calle. Fue la elección predilecta por el 34% de los ingleses, el 32% de los alemanes, el 42% de los holandeses, el 26% de los franceses y el 34% de los italianos. Tiene sentido. El español es una lengua creciente en el principal mercado técnico, cultural y económico del planeta, Estados Unidos. El segundo idioma más anhelado es el alemán. Un 37% de los portugueses, un 35% de los españoles, un 44% de los rumanos y un 35% de los croatas desean adquirirlo. ¿La excepción en ambos casos? Chipre. El español se impone como opción a mejorar (el 8%), y el ruso como opción a aprender de cero (el 32%).